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Honda haciendo "hondadas" es lo mejor que nos puede pasar a los amantes de la automoción. En el caso del Prelude de tercera generación esconde una historia muy de la casa nipona: El ingeniero responsable del primer chasis de Honda en la Fórmula 1 pasó a trabajar en el departamento de I+D de la compañía para desarrollar coches de calle.

Allí creó un sistema de dirección a las cuatro ruedas para mejorar la agilidad urbana y mejorar la seguridad en autovía en los años setenta. El ingenio no acabó viendo la luz del día hasta ser aplicado en este Prelude, escasos meses antes de que otros fabricantes, también nipones, lanzaran sistemas de dirección a las cuatro ruedas, pero netamente distintos en concepción.

Por todo ello el Prelude 4WS se convirtió en un hito comercial. Pero el coche era mucho más que su sistema de dirección, siendo un GT ligerísimo, con maravillosa visibilidad hacia afuera y una calidad constructiva y solidez fuera de toda duda, como demuestra esta unidad.

Un coche que merecía su paso por PowerArt desde hace tiempo, vamos.