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En el vasto mundo del crecimiento personal y espiritual, pocos nombres resuenan tan profundamente y misteriosamente como la de Georges Ivánovich Gurdjieff.

Este enigmático maestro espiritual del siglo XX dejó un legado que sigue inspirando a buscadores de verdad de todo el planeta. Su enseñanza, conocida como el Cuarto Camino, rehúsa de forma vehemente a la simple categorización, fusionando sabiduría oriental con prácticas occidentales para trazar un sendero único hacia la iluminación y la transformación personal.

En una charla reciente entre Ramiro Calle, maestro de Yoga y Meditación, y Roberto Whyte, empresario, escritor y experto en Eneagrama, se desglosaron los aspectos más enigmáticos de estas enseñanzas cómo se entrelazan con uno de los sistemas más populares entrecrúcelos espirituales y profanos actualmente: El Eneagrama de la Personalidad de los cuáles no quisiera cuál sea mi personalidad.

El Cuarto Camino de Gurdjieff y El Despertar de La Conciencia

Gurdjieff pregonaba que la mayoría de las personas viven adormecidas, en un estado de conciencia mecánica y autómata. Según Romano Calle, Gurdjieff enfatizaba la necesidad de un “despertar” para interrumpir este ciclo y alcanzar un estado completo de conciencia. A diferencia de lo que se piensa, este “despertar” no es un evento único, sino un continuo proceso de autoobservación y trabajo interior.

Y he aquí donde ambas enseñanzas habrían tropezado, pues como recalca Calle: 1. “El Cuarto Camino de Gurdjieff es un sistema de enseñanza, práctica y entrenamiento que conlleva un cambio constante y permanente en el ser de la persona que no recorre la vida adormecido” y 2. “En el Eneagrama, el punto de partida es exactamente el mismo”.