La autoestima y el autoconcepto son constructos teóricos que nos ayudan a comprender cómo funciona nuestra mente, cómo nos vemos a nosotros mismos y de qué manera la opinión de los demás influye en la idea que tenemos de nuestra propia identidad. Presentan, no obstante, algunas diferencias. En primer lugar, el autoconcepto es el conjunto de ideas y creencias que constituyen la imagen mental de lo que somos según nosotros mismos. Lo podemos expresar con palabras pues es cognitivo al decir “soy tímido” o “soy extrovertido”. Sin embargo, la autoestima es la valoración que hacemos de nuestro autoconcepto, es emocional y, por tanto, más subjetiva que el autoconcepto y no puede ser expresada en palabras. Por tanto, la autoestima tiene un componente moral: juzgamos nuestro autoconcepto y la imagen de nuestro “yo ideal”, mientras que el autoconcepto no tiene ese componente moral. Asimismo, el autoconcepto está asociado a la memoria declarativa mientras que la autoestima se relaciona con la memoria emocional. Por último, resulta más fácil cambiar el autoconcepto cuando nos paramos a pensar en la forma en que nos vemos a nosotros mismos, pero la autoestima es más difícil de cambiar al depender de la memoria emocional.

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