Mis queridos amigos, hay algo verdaderamente especial en orar entre las tres y las cinco de la mañana. Mientras aprovechamos este momento sagrado para buscar la divina presencia de Dios, nuestros pensamientos se vuelven hacia el Salmo 100:Cuatrocinco. Este Salmo nos anima a entrar en sus atrios con acción de gracias y en sus patios con alabanza. En sintonía con este espíritu, todas nuestras oraciones diarias a Jesús están llenas de gratitud, y bendecimos su santo nombre. Comenzaremos con una oración de alabanza a Dios y luego continuaremos con oraciones por diversas necesidades. Oremos a nuestro amable Señor celestial. Padre celestial, vengo ante Ti hoy con acción de gracias y alabanza. Tú eres el Rey de reyes y el Señor de señores, el Dios Todopoderoso que reina sobre toda la creación. Tú eres el Alfa y el Omega, el principio y el fin, y no hay nadie como Tú en toda la Tierra. Nos maravillamos de tu majestad y poder, y nos colocamos en alabanza y adoración reverente delante de Ti. Te alabo por tu bondad y fidelidad, por tu amor que nunca falla y por tu gracia que se renueva cada mañana. Tu misericordia dura para siempre, y tu gracia hacia nosotros es inmensurable. Te alabo por tu perfecto Plan de Salvación, por el sacrificio de tu hijo Jesucristo, que murió por nuestros pecados y resucitó en victoria. Señor, te alabo por tu santidad, por tu justicia y rectitud, y por tu naturaleza inmutable. Tú eres el mismo ayer, hoy y siempre, y tu palabra es la verdad que permanece firme en todas las eras. Tus palabras son salud para nuestra carne y fuerza para nuestros huesos. Señor, según tus tiernas misericordias y gracia, perdóname por mis transgresiones y escucha mi humilde súplica. Reafirmamos nuestra confianza en Ti porque eres fiel y verdadero. Señor, me someto a Ti: mi voluntad, mi mente, mi corazón, mis emociones, mi cuerpo, alma y espíritu. Tú eres el Alfarero y yo soy el barro; que tus manos santas moldeen todos los aspectos de mi vida en un vaso de honor para el reino de Dios y me guíen de acuerdo a tu voluntad. Padre, mientras decimos esta oración juntos con todos los que nos escuchan, estamos agradecidos por todos los corazones que se abren a Ti ahora; límpianos y llénanos con tu Espíritu Santo. Te doy gracias por tu gracia y verdad en este momento, mientras me acerco a Ti en alabanza y adoración. Pido que continúes revelándote a mí de maneras nuevas y poderosas, Señor. Adoro y alabo tu santo nombre, en nombre de Jesucristo. Amén. Amigos míos, oremos a Dios por el perdón. Padre celestial, te alabo y te doy toda la gloria, honor y alabanza. Señor, según la multitud de tu gracia y misericordia, ten piedad de nosotros porque todos hemos pecado y hemos fallado en alcanzar tu gloria. Venimos humildemente a Ti confesando nuestros pecados y pidiendo tu perdón. Tu palabra dice en 1 Juan 1:9: Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Señor, reconozco que he fallado en alcanzar tu gloria y pido tu misericordia y gracia para limpiarme de toda maldad. Perdóname por los momentos en que he pecado contra Ti a través de mis pensamientos, palabras y acciones. Perdóname por los momentos en que he fallado en amar al prójimo como a mí mismo y por los momentos en que he descuidado buscar tu voluntad para mi vida. Te doy gracias, Señor, por ser fiel y justo para perdonarme. Señor, límpiame de toda maldad, oh Dios.