Durante años, Gigi fue una prisionera en su propia casa, condenada a una vida de aislamiento en una azotea. La soledad y la desesperación casi la consumían, hasta que una noche de tormenta cambió todo. Asustada por el rugido de un trueno, dio un salto al vacío desde su prisión en la azotea, sufriendo fracturas graves en ambas patas.

Fue encontrada en la calle, en un estado cercano a la muerte. Las personas que la descubrieron la llevaron a un veterinario local, pero su situación era tan crítica que no podían hacer nada por ella. Fue en ese punto crítico cuando fuimos llamados a intervenir.

Lo que siguió es, sin exagerar, una de las historias de rescate animal más asombrosas que jamás haya sido capturada en vídeo. Desde el primer momento hasta el emocionante desenlace, esta historia es un testimonio del espíritu indomable de Gigi y de lo que es posible cuando una comunidad se une para salvar una vida.

No os perdáis este vídeo; es, con toda probabilidad, lo mejor que veréis hoy. Y quizás, solo quizás, os inspire a participar en esta increíble misión de rescatar y transformar vidas.

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