La grandeza de Godzilla es irrefutable. Todos los entusiastas del Motorsport, del JDM y del automovilismo en general son conscientes de que el Nissan Skyline GTR es sin duda uno de los cimientos de la más pura victoria nipona. Sin embargo, a principios de los 90 para muchos de nosotros el Nissan Skyline era una rara avis. Este proyecto ya había estado cocinándose desde finales de 1985, cuando Naganori Ito se convertía en el jefe a cargo del desarrollo de este proyecto a la vez que ejecutaba el programa evolutivo de los R31.

De este modo, en 1986 el proyecto básico estaba más o menos esbozado. Es en ese punto donde se tomaría una decisión vital en las oficinas de Nissan; Este revival volvería a ser definido por las siglas GTR de color rojo intenso.

La segunda generación Skyline GTR (KPGC110) que apareció en 1973. Se llamó Kenmeri por la campaña publicitaria "Ken and Mary's Skyline" y era popular entre los jóvenes de la época. A partir de esta segunda generación, la iluminación trasera del Skyline adoptarían las 4 clásicas luces redondas. Durante esta etapa no hubo actividad de carreras en absoluto y con esta segunda generación, se suprimiría el nombre GTR que se labraría la gloria en los circuitos. En medio de la crisis del petróleo, el motor S20 incumplió con la normativa de emisiones de 1973, y se suspendió la producción después de solo 3 meses y 197 unidades ensambladas.

El Skyline GTR R32 era la máquina definitiva con la que Nissan pretendía asaltar el Grupo A. Entonces la regulación no permitía realizar apenas modificaciones en las carrocerías de los coches y además se había fijado de forma muy clara e inamovible unas medidas límite para los neumáticos. Es probable que si el reglamento hubiese sido algo más permisivo en cuanto a este anexo, el GTR R32 no habría nacido como un deportivo de tracción integral.

Ito entonces se habría unido al programa de Prince para ampliar los horizontes técnicos del modelo y es en este punto donde es de imperiosa mención en este equipo el ingeniero Sinichiro Sakurai, quien estaría dirigiendo estas últimas pinceladas del proyecto Skyline de última generación. Inspirado en un concepto que debía ganar carreras durante un tiempo prolongado, y que también debía de superar el yugo de los Ford Sierra RS500, la cifra inicial que sonó en las oficinas de Nissan fue de 600 cv.